Por Dr. Eduardo Herrera.
La Habana/9-8-2016
Recientemente, se realizó una la sección Instituto Nacional de Oncología y Radioterapia (INOR) para expulsar del centro de trabajo al Lic. Oscar A. Casanella Saint-Blancard, bioquímico, profesor e investigador.
Sufre esa sanción como consecuencia de haber discutido con un sujeto, trabajador de su hospital, debido al acoso a que es sometido, por su forma de pensar.
Casanella, llevaba más de diez años trabajando en el instituto. Realizaba investigaciones bioquímicas respecto al cáncer, además de impartir docencia en su especialidad a estudiantes y médicos.
El profesor Casanella nos cuenta, que siempre ha tenido una opinión personal referente a la política del país, y que tiene amistades que disiente con el gobierno. “Por tal motivo fui cuestionado en varias ocasiones y amenazado por oficiales de la Seguridad del Estado”, dijo.
Todo comenzó a partir del 2013, cuando decidió hacer una actividad en su casa e invitar a varios amigos disidentes. En consecuencia se desencadenó un asedio hacia él, afectando su vida personal y laboral.
“Me impidieron continuar en las investigaciones que llevaba a cabo y fui suspendido para continuar en la docencia”, afirma.
Estos métodos, llevados a cabo en contra de personas, que tienen un punto de vista diferente al del gobierno, son frecuentemente empleados en muchos centros de trabajo. Y no han quedado exentas de ellos las instituciones de salud.
En mi experiencia personal, como médico especialista en Cirugía del Hospital Universitario Calixto García, también he sufrido el acoso y el asedio del sistema represivo al que estamos sometidos los que tenemos una forma diferente de ver lo que está ocurriendo en nuestro país, atreviéndonos a decirlo abiertamente.
La forma que utilizan para silenciarnos es ya muy conocida por muchos: crear un ambiente desfavorable respecto a nuestro trabajo, tildándonos de indisciplinados, incompetentes y hasta de relacionarnos mal con el colectivo. Esos son los pretextos que usan para poder despedirnos de nuestros trabajos especializados.
Casos como el de este joven investigador se ven cada día, y no sólo en los centros de salud. También ocurren en otras ramas y sectores de la sociedad. Y es que siempre existirán personas, que no temen ejercer su derecho a la libre expresión.
Fuente: Hablemos Press