Los reclusos son sometidos constantemente a golpizas, maltratos y no cuentan con un mecanismo efectivo para efectuar reclamos
Por Vladimir Turró y Roberto Jesús Guerra.
Las prisiones cubanas han cambiado muy poco desde que fueron abiertas a la prensa nacional y extranjera el 11 de abril del 2013. Los prisioneros siguen siendo sometidos al hacinamiento, falta de atención médica, mala alimentación, golpizas y otros malos tratos y degradantes. Cuentan con muy poca posibilidad de reclamo efectivo ante las violaciones a sus derechos.
Los reos continúan recurriendo a las huelgas de hambre, inoculación de virus como el VIH, autoagresiones, y hasta el suicidio para protestar ante las injusticias de los militares y la fiscalía, para llamar así la atención de la opinión pública internacional.
Como represalia de las autoridades ante estos reclamos, a la mayoría los confinan en celdas aisladas (castigo) por largos periodos de tiempo donde “los maltratos no cesan”. Así lo describen las víctimas.
Carlos Luis Gómez Lugo, ex prisionero, infectado con el virus de VIH y lepra, liberado a principios de 2017, contó a HABLEMOS PRESS sobre la difícil situación que vivió en la prisión del Combinado del Este, uno de los cinco centros penitenciarios más grandes y peligrosos del país, con capacidad para unos 3 mil reclusos y tiene casi el doble.
“La alimentación es pésima y en mal estado, y la higiene ni hablar de ella. A las autoridades no les importaba si yo me moría, y me negaban asistencia médica. A pesar de mi contagiosa enfermedad, me mantenían junto a otros reclusos. Se me desprendían pedazos de la piel, tuve intensas fiebres, pero nunca les importó (…). Me liberaron bajo licencia extrapenal porque sabían que allí moriría si me dejaban. Sobreviví gracias a Dios, esa es la verdad”.
Las condiciones insalubres de estos centros es una constante invariable. Como en la mayoría de los reclusorios cubanos la población penal sobrepasa el límite de habitantes establecido. En un destacamento para 90 reos hay hasta 140, generando epidemias y enfermedades fatales debido al hacinamiento.
Walfrido Rodríguez Piloto un ex prisionero político, sancionado en 2011 a cinco años de privación de libertad por participar en una protesta contra el régimen en la Plaza de la Revolución. Sufrió golpizas y largos encierros en celdas de castigo por diversas prisiones a lo largo del archipiélago cubano. Confiesa que “lo que se vive allí es muy triste, doloroso y de terror”.
“La prisión más dura para mí fue en el Combinado del Sur, en la provincia de Guantánamo. Allí el agua, supuestamente potable, viene directo de una presa. No tiene tratamiento. Para beberla hay que esperar varias horas, hasta que el fango se asienta en el fondo del envase. Esto genera enfermedades diarreicas, sostenidas por meses. Sin embargo, los esbirros (guardias) se negaban a llevar a los enfermos al médico”.
Agrega que “la alimentación en la mayoría de las ocasiones llega en mal estado al preso, con gusanos y mal olor. Además, es tan poca cantidad que cabe en la mitad de un vaso de cuatro onzas”.
En las cárceles cubanas nunca dan frutas y la carne roja no existe para la población penal.
Señala Rodríguez Piloto: “Por no querer vestirme de preso, en una ocasión me esposaron pies y manos a la espalda durante siete días. En otra oportunidad, me encerraron sin ropa en una celda de castigo, en pleno invierno. Fue muy duro para mí”.
“La alimentación en las cárceles cubanas sigue siendo pésima, al igual que la atención médica. Con cruel incidencia, constantemente se les niega a los reos. Y si son presos políticos, los oficiales penitenciarios les duplican la dosis de acoso y terror”, afirma.
Para el doctor Oscar Elías Biscet, ex prisionero político del Grupo los 75 de la Primavera Negra de 2003, y premio de la Medalla Presidencial de la Libertad, fue dura su estancia en prisión.
“Prometieron beneficios a algunos reos comunes para que me liquidaran. Y para desestabilizarme sicológicamente, me hicieron permanecer por muchísimo tiempo en celdas de castigo. Me negaron atención médica y me torturaron infinidad de veces, sólo por mis ideas políticas”, dijo el líder opositor cubano.
Recluido en la prisión Combinado del Este, por vía telefónica el preso político Leudis Reyes Cuza expuso las deprimentes circunstancias que enfrentan actualmente los prisioneros allí recluidos.
“Hay muchísimos presos con diarreas por la mala higiene y la contaminación del agua. Los edificios están repletos. La mayoría de los condenados duermen en el piso porque no alcanzan las camas, y la comida no puede estar peor”, denunció.
Además, el activista refirió que las golpizas y los confinamientos en celdas de castigo cada vez son más frecuentes en el centro.
Kendra Rosabal Domínguez, presa política recluida en la prisión de mujeres del Guatao, dijo vía telefónica que la situación en esa prisión era crítica.
“Aquí no contamos con un servicio médico de estomatología y por esa razón muchas de nosotras estamos perdiendo los dientes. El agua potable viene sólo un ratico por la mañana, por lo que a veces no podemos ni asearnos. Además, hay muchas presas durmiendo en el piso y, por el hacinamiento que tenemos, a otra buena cantidad las encierran en la enfermería”, refirió.
El Guatao recluye a más de 400 mujeres, entre ellas más de 20 mujeres extranjeras.
A diario, decenas de reos se auto agreden en las cárceles cubanas, debido a las altas condenas que les fueron aplicadas.
“Una de las cárceles donde más reos se auto agreden es la prisión Cerámica Roja de la provincia Camagüey, y la 26 o se me perdió la Llave”, dijo Ariel Hernández, un ex preso que cumplió 18 años por diferentes delitos.
Según el ex prisionero “allí todos los meses aparecen ahorcado en las celdas de aislamiento tres y cuatro reos. Algunos han aparecido ahorcado luego que los carceleros le han dado una golpiza”.
Otra de las peores prisiones es la de Agüica en la ciudad de Matanzas. “Paque hablar. Cuando entras allí el recibimiento de los demás reos es: Llegaste al infierno”, dijo un recluso que se encuentra de libertad condicional y que no quiso se mencionara su nombre.
La mayoría de los reclusos se quejan de que sus condenas son altas e injustas.
Las autoridades carcelarias en reiteradas ocasiones han afirmado ante medios extranjeros acreditados, que “el sistema carcelario de la isla se basa en principios humanísticos”.
El jefe de Cárceles y Prisiones en Cuba afirma que “no se cumplen las Reglas Mínimas para el Tratamiento a los Reclusos, sino que se sobre cumplen”.
Aunque el régimen cubano presume de reeducar a los ciudadanos encarcelados, esto no se manifiesta en los que cumplen sus condenas, ya que el 87% ha regresado a prisión hasta 4 veces en su vida. Lo demuestran las más de 3000 liberaciones del 2015 y 2016, publicadas en la Gaceta oficial de Cuba, donde las fichas de los reos reflejaban que habían cumplido hasta 7 condenas por diferentes delitos.
Sobrepoblación carcelaria en Cuba
Según las autoridades carcelarias cubanas, en la isla hay alrededor de 57.300 mil reclusos aunque organizaciones independientes estiman unos 70 mil los prisioneros.
El régimen ha continuado construyendo cárceles desde su llegada al poder en 1959 que existían 14 con una población penal de unos 1500 prisioneros.
Hoy la isla cuenta con más de 250 centros carcelarios, unos 50 de ellos son de régimen severo (cerrado) el resto son centros de trabajo forzado. Allí los presos son usados como mano de obra barata por diferentes industrias, una de ellas la fabricación de carbón vegetal.
El régimen cubano continúa sin permitir la entrada de organizaciones internacionales de derechos humanos a las cárceles, así como a los relatores contra la tortura.
La mayoría de los penados señala que las prisiones cubanas siguen siendo campos de concentración.
Nota: Privación de libertad y derechos humanos
(Tomado de la Wikipedia). Los cuatro derechos fundamentales del hombre son, tras la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789: la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia contra la opresión. El primero de estos derechos (por su misma naturaleza) queda suspendido durante el cumplimiento de una condena. Pero el segundo y el tercero (propiedad y seguridad) están garantizados por la ley. En teoría, el encarcelamiento de una persona debe impedir, únicamente, la libertad para moverse a su antojo. En la práctica, la prisión restringe diversos derechos fundamentales (expresión, vida familiar, derechos cívicos, intimidad, dignidad). Paulatinamente los detenidos van adquiriendo el derecho a protestar contra las decisiones de la administración penitenciaria.
Fuente: Prensa Independiente/ Hablemos Press