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6 abril 2013 6 06 /04 /abril /2013 08:53
Zona demilitarizada entre Corea del Norte y Corea del Sur
5/04/2013
Konstantín Bogdánov.

El enfrentamiento entre Corea del Sur y del Norte ha vuelto a agravarse. ¿Es posible que se libre una nueva guerra en la península de Corea? ¿Qué posturas al respecto podrían adoptar EEUU, China y Rusia?

Existe la opinión de que esta guerra no se librará. Ninguna parte involucrada en el conflicto necesita esta guerra, incluida Corea del Norte. 

A Corea del Sur no le conviene, porque para un país que dispone de una infraestructura y de una economía industrial bien desarrollada es más rentable destinar recursos para ayudar a Corea del Norte que involucrarse en una guerra.

EEUU no está interesado en este conflicto. Para un país que ya tomó parte en combates en Afganistán y en Oriente Próximo es una dura prueba de resistencia de su sistema de seguridad internacional en la región del Asia-Pacífico, especialmente con su creciente inestabilidad financiera.

Moscú tampoco la desea, aunque no considera el posible conflicto como una catástrofe nacional sino más bien como un hecho desagradable que sería preferible evitar. Rusia goza del respeto de Pyongyang y mantiene buenas relaciones con Corea del Norte, pero desde principios de los noventa, el gigante eurasiático empezó a desarrollar también relaciones con Corea del Sur, incluso le suministra armamento y material bélico y desarrolla conjuntamente equipos militares y vehículos espaciales. Por eso Rusia no está interesada en un conflicto armado entre las dos Coreas, pero puede influir en el desarrollo de los acontecimientos en la península sólo de modo indirecto.

Así las cosas, el resultado más probable de la agudización de las relaciones entre Corea del Sur y del Norte serán unos nuevos acuerdos en virtud de los que Pyongyang recibiría una nueva ayuda. Si no, se impondrán nuevas sanciones que debilitarán al país.

Antes de comenzar a discutir sobre un posible conflicto en la península de Corea, es necesario destacar que una guerra entre las dos Coreas es imposible. En caso de que se libre el respectivo conflicto, Corea del Norte se encontrará al menos con la intervención inmediata de EEUU y en caso de usar armas de destrucción masiva, con la intervención de una coalición internacional a la que puede adherirse hasta Japón.

Rusia preferiría no involucrarse en este conflicto, aunque no se puede descartar una situación en la que Washington ejerza una presión considerable sobre Moscú al respecto.

China, el actor más importante de la Guerra de Corea (1950-1953), estará en una situación complicada que, de hecho, excluirá una intervención directa. Pekín podría suministrar a Pyongyang todo lo necesario, desde municiones hasta combustible y productos alimenticios, pero en caso de enviar tropas al frente afrontaría serios problemas.

A día de hoy, a China no le conviene esta guerra, a diferencia de la primera Guerra de Corea. En caso de un bloqueo y un ataque aéreo contra Corea del Norte, es posible que China tenga que contener con sus tropas el flujo de refugiados norcoreanos. Esto quiere decir que Pekín intervendrá en el conflicto sólo con el fin de prevenir el paso a una fase aguda.

No se puede excluir que si las partes del conflicto deciden acabarlo dos o tres días después, China se aproveche de esto como país con hegemonía en la región al sentar a Seúl y Pyongyang a la mesa de negociaciones. Esto tendrá una importancia especial teniendo en cuenta la incapacidad de EEUU de prevenir el conflicto armado.

Pero Pekín no participará en el conflicto con sus recursos. Así las cosas, Corea del Norte no tendrá respaldo en su lucha contra Corea del Sur, que es apoyada por EEUU, un país que sigue siendo capaz de derrocar a un ejército tradicional del siglo XX.

En 2003, Washington logró hacerlo en Irak. Pero en caso de librarse una nueva guerra de Corea, EEUU no tendrá que realizar una invasión terrestre, porque Corea del Sur hará todo lo necesario. En comparación con el Ejército surcoreano, el Ejército de Corea del Norte parece numeroso y tiene espíritu combativo, pero está peor armado. Las Fuerzas Armadas norcoreanas tienen superioridad numérica, y disponen de más sistemas de artillería y vehículos blindados. Pero en cuanto a las capacidades reales y el estado de su armamento, así como en cuanto a las posibilidades de suministro de combustible para los vehículos blindados y aparatos aéreos y otros materiales que se necesitarán durante las acciones de combate, la situación es contraria. Corea del Norte dispone de un material obsoleto cuyo mantenimiento deja mucho que desear. En la aviación, la situación es todavía peor.

El Ejército norcoreano sufrirá muchas bajas en caso de lanzar una ofensiva directa contra Corea del Sur, que supera a su adversario en el ámbito de medios de comunicación, servicios de inteligencia y goza de superioridad en el aire, lo que no suscita dudas en caso de una intervención de EEUU.

En una situación de superioridad del enemigo en el mar -lo que puede ponerse en duda sólo en la zona costera debido a la defensa de la costa y una gran experiencia de Pyongyang en la guerra de minas- los flancos de Corea del Norte estarán abiertos para las tropas de desembarco táctico, por no hablar de los cazas embarcados.

Las llamadas Tropas de Operaciones Especiales de Corea del Norte, cuyas decenas de miles de efectivos se mencionan cada vez que se describen las Fuerzas Armadas de este país donde triunfó la ideología Juche, no son más que fusileros bien adiestrados cuya misión es infiltrarse en el sur y desarticular la infraestructura logística del enemigo o librar una guerra de guerrillas. Cómo se realizará esto y cuántas serán las bajas es una cuestión aparte.

© RIA Novosti.

 

Las amenazas de convertir las islas surcoreanas en un 'mar de fuego' emitidas por parte de Pyongyang parecen menos graves cuando se evalúa el radio de acción real la artillería del Ejército norcoreano. Es evidente que Seúl sufrirá bajas, pero es poco probable que se convierta en un cúmulo de ruinas en breve.

En cuanto a las amenazas de aplicar las armas de destrucción masiva, es poco probable que se trate de armas nucleares, sino más bien de armas químicas. Esto sin duda alguna suscita miedo, sobre todo entre la población civil de Corea del Sur, pero en caso de su hipotético uso Corea del Norte no evitaría la represalia por parte de EEUU. Las demás potencias no intervendrán en la situación.

Aunque parece que Corea del Norte dispone de un gran número de elementos del escudo antimisiles, su núcleo lo constituyen sistemas antiaéreos, capaces de destruir sólo blancos aéreos a baja altura. Los sistemas antiaéreos norcoreanos serán destruidos en pocos días o bien Pyongyang se verá obligado a renunciar a su empleo para salvarlos. Es igual, sobre todo desde el punto de vista del enemigo, teniendo en cuenta que los equipos de reconocimiento y de comunicación de Corea del Norte no están integrados en un sistema capaz de asegurar un espacio informativo en el teatro de operaciones.

Los resultados de esto serán muy lamentables tanto para Corea del Norte como desde el punto de vista de valores universales. Está claro que se podría encontrar manifestaciones del orgullo nacional o patriotismo en un exterminio masivo de un Ejército dispuesto a luchar hasta la última gota de sangre pero mal armado que lanza ofensivas contra un enemigo mucho mejor equipado. Por ejemplo, Irán intentó aprovechar sus recursos humanos para superar a un adversario tecnológicamente superior durante la guerra con Irak entre 1980 y 1988.

Pero tal exterminio con seres humanos sin un efecto evidente puede provocar conmociones sociales en el país, hasta una posible revolución. Este escenario sería ideal para EEUU: el enemigo se derrocaría a sí mismo con sus contradicciones internas. Sólo hay que darle la posibilidad de agotar sus fuerzas y dejarle perder la esperanza.

En general, no debería sorprender el hecho de que Corea del Norte haya desarrollado tecnologías de misiles y haya fabricado un dispositivo nuclear primitivo. En todo caso es prematuro afirmar que Pyongyang dispone de armas nucleares, especialmente de ojivas nucleares.

Las autoridades norcoreanas movilizan al máximo los escasos recursos, minimizando todos los demás gastos ajenos al desarrollo de la industria de defensa y la cobertura de las necesidades primordiales. El sistema económico y social de Corea del Norte da a las autoridades del país la posibilidad de realizar una gestión óptima de su economía lejos de ser rica.

Esa extendida opinión de que Corea del Norte afronta sólo hambre y desgracia es un poco exagerada. Los desastres naturales que azotaron el país en la segunda mitad de los noventa junto con la degradación de los suelos debido a la agricultura extensiva sí que causaron en un momento una falta drástica de los alimentos y una hambruna. Pero esta situación ya es cosa del pasado. Según la información disponible, hacia finales de la década pasada Corea del Norte logró elevar la productividad en el sector agropecuario.

Por otro lado, Pyongyang no puede mantener una economía industrial desarrollada y equilibrada con el sector de innovaciones. Varias ramas de la industria que no desempeñan un papel primordial se desarrollan muy lentamente.

Una modernización controlada por el régimen autoritario, en caso de que las sanciones internacionales impuestas contra Pyongyang se debiliten, podría conducir dentro de unos 15 años a un llamado ‘milagro norcoreano’ en un contexto de reducción de consumo en todo el mundo industrializado.

Pero a día de hoy, Corea del Norte gasta sus mejores recursos, cuadros y tecnologías en fines defensivos y en el desarrollo de armas de destrucción masiva. Esto contribuye a la ralentización del crecimiento y a la degradación de otras ramas de la industria del país. Una situación similar se observaba en la Unión Soviética en la década de los ochenta. Y se puede suponer que los resultados también serán similares.

Pero hay que destacar que el sistema social de Corea del Norte es más firme que el que había en la URSS durante los últimos años de su existencia. Así que los dirigentes norcoreanos tienen más libertad de acción. Además, estos dirigentes que pudieron observar el colapso del sistema socialista y los destinos de Irak, Libia y Siria se comportarán de modo más cauto en caso de una transformación hipotética.

Corea del Norte puede fijarse en los ejemplos de China y Vietnam, que lograron evitar el colapso e integrarse en el mercado global sin perder la continuidad política. Al fin y al cabo, Corea del Norte dispone de una economía, aunque ésta es evidentemente incapaz de soportar la carga militar.

Es poco probable que se libre una nueva guerra, porque ninguno de los actores importantes del mundo obtendrá ventajas de ésta. Se pueden resolver todos los conflictos mediante negociaciones. Todos los países tienen vínculos que les impiden aplicar medidas tan destructivas que causen daño al sistema de producción y comercio.

Ésta es una lista breve de argumentos mencionados en la prensa a finales del siglo XIX y a principios del siglo XX respecto a las posibilidades de una nueva guerra de envergadura en Europa. Los analistas escribían que un conflicto armado era posible, pero no era conveniente para nadie, por eso no debería librarse. “Somos personas civilizadas”, destacaron aquellos autores.

Sólo el autor alemán Friedrich Engels hizo una declaración contraria en 1887:

"De ocho a diez millones de soldados se aniquilarán mutuamente y, al hacerlo, devastarán toda Europa como nunca lo han hecho las nubes de langostas. Será una devastación como la causada por la Guerra de los Treinta Años pero comprimida en un plazo de tres o cuatro años y extendida a todo el continente. El hambre, las epidemias, el embrutecimiento general de las tropas y de las masas populares provocado por la extrema miseria, el desorden irremediable de nuestro sistema en el comercio, en la industria y en el crédito... Todo esto terminará con la bancarrota general; el derrumbamiento de los viejos Estados y de su sabiduría estatal rutinaria, derrumbamiento tan grande que las coronas se verán tiradas por decenas en las calles y no habrá nadie que quiera recogerlas. Es absolutamente imposible prever cómo terminará todo esto y quién será el vencedor en esta contienda”.

Y entonces vino el año 1914 y terminó de dibujar ese paisaje. 

Ria Novosti.

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