Desde el ascenso en 1989 deMijaíl Gorbachov a la presidencia de la Unión Soviética, un ambicioso proceso de reconstrucción y apertura reformista conocido como Perestroika era considerado como esperanza para muchos ciudadanos soviéticos y para Occidente en general, que veían en él la esperanza de una vida mejor y unalivio de las tensiones en un mundo dividido en dos bloques.
Sin embargo, aquellos políticos más conservadores –la línea dura del Partido Comunista– veían en Gorbachov y su agenda de cambios unaamenaza hacia el poder centralizado de Moscú y su influencia, a pesar de que la economía estancada del bloque soviético evidenciaba que no era más que un gigante con pies de arena a punto de desmoronarse.
Así, los rumores sobre un golpe de Estado que se escuchaban desde el invierno, se materializaron el 19 de agosto –justo un día antes de que se ratificara el Tratado de la Unión que contemplaba una mayor descentralización de las repúblicas soviéticas–, cuando varios tanques entraron en la la capital rusa mientras Gorbachov vacacionaba en Crimea y el vicepresidente Guennadi Yanaiev, implicado en la conspiración, informó que «por motivos de salud», el presidente no podría seguir al frente del gobierno.
La multitud se aglomeró alredor de la Casa Blanca, el edificio del Parlamento, a protestar contra la ruptura del orden constitucional. Yanaiev, que había sido nombrado presidente, declaró el estado de emergencia e intentó mantener el control, pero fracasaría en gran medida porque un número importante de militares de alto rango no apoyaron la sublevación. El 21 de agosto Gorbachov retornaba a Moscúy retomaba el poder. Boris Yeltsin, presidente de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia, que había defendido en todo momento el orden constitucional, pasó a asumir el control de los ministerios soviéticos y de los organismos económicos.
Muchos analistas e historiadores coinciden en que el fallido asalto al poder acabó por deslegitimar al Partido y con ello, a acelerar aún más los nacionalismos en las regiones con minorías no rusas y que a la postre acabaron en la desintegración de la Unión Soviética tan sólo cuatro meses después. Merece la pena recordar este momento y preguntarse: ¿Qué habría ocurrido de haber triunfado el golpe de Estado?
Fuente: ABC.es