La salida de Cuba del listado de países patrocinadores del terrorismo no representa un peso mayor para el levantamiento de las sanciones impuestas por Estados Unidos, que pesan sobre la isla desde 1962, ya que esto último está en manos del Poder Legislativo estadounidense el cual cuenta, actualmente, con dos cámaras de mayoría republicana que no ve con buenos ojos la decisión del presidente Barack Obama, por lo que esta podría tener un efecto simbólico en un Gobierno al que quizá no le afectaba realmente estar en la "lista negra".

Al Gobierno de Raúl Castro "en realidad nunca le afectó estar en lista de los países patrocinadores del terrorismo", declara el analista político Joseph Hage, quien añade: "Lo contrario las sanciones le dio valido pretexto a los mandatarios cubanos para sofocar cualquier disidencia, reprimir la población y mantener vivo el discurso antiimperialista".

El experto, señala que el país caribeño tenía relaciones políticas y comerciales con países aliados de EEUU sin ningún inconveniente.

Sin embargo, la medida servirá de puente para agilizar las conversaciones entre Washington y La Habana, quienes intentan reanudar sus relaciones bilaterales. "Definitivamente la administración Obama tratará de acelerar las conversaciones con Cuba en el tiempo que le queda" de Gobierno, asegura.

Aunque, el experto ve el camino difícil para el levantamiento de las sanciones. "Hay que tomar en cuenta que el avance se limitara a las relaciones diplomáticas y comerciales pero queda el tema del embargo en manos del congreso que hasta ahora se ve imposible tener los votos para suspenderlo", aclara Hage.

Mensaje equivocado

El analista advierte que el Gobierno estadounidense está corriendo el riesgo de distanciarse mucho más del Senado y, además, estaría enviando un mensaje errado a los demás países del mencionado listado.

"Las consecuencias domésticas (para Obama) serían aumentar aún más las diferencias con el Congreso, al tiempo de tener a la comunidad cubano-americana de adversarios políticos a la administración", sostiene Hage, y agrega que el peor efecto de todos es "la señal que le da este anuncio a otros Estados en la lista: Si nos sentamos a negociar con Washington se abre nueva página y se olvida del pasado".

Para el especialista, la reunión entre los Presidentes de Cuba y EEUU durante la VII Cumbre de las Américas desprestigió la figura del titular de la Casa Blanca.

El mandatario estadounidense que "fue electo democráticamente se siente con un dictador acusado de abuso de derechos humanos, desprestigia el puesto del presidente de EEUU y prestigia al dictador. Ese gesto implica que los dictadores no temerán las consecuencias de sus actos e intercambiarán las exculpas uno con el otro", asevera Hage. 

 

 

Fuente: El Universal