Con el entusiasmo de la población, que repite las proclamas de las propaganda, empieza a puerta cerrada el Congreso del Partido de los Trabajadores, que reafirmará al joven caudillo

Por: Pablo M. Díez

Pekín/ 6-5-2016

Con el hermetismo habitual del régimen, este viernes ha empezado en Pyongyang el VII Congreso del Partido de los Trabajadores de Corea del Norte, que reafirmará el poder del joven caudillo Kim Jong-un y supone un cónclave histórico porque la última vez que se convocó fue en 1980. Aunque la propaganda lo había anunciado a bombo y platillo y la ciudad se ha engalanado para la ocasión, el Congreso ha comenzado a puerta cerrada por el tradicional celo norcoreano sobre la seguridad, que llega a extremos kafkianos.

Buena prueba de ello es que los 130 periodistas extranjeros autorizados a entrar en Corea del Norte para el Congreso, algo excepcional para el país más cerrado y aislado del mundo, solo pudimos acercarnos a unos cien metrosde la Casa de la Cultura 25 de Abril, donde se celebra el encuentro. Mientras Kim Jong-un pronunciaba un discurso en su interior, la principal cadena de la televisión estatal emitía una película en blanco y negro, «Yusan» («Herencia»), sobre la guerra contra Japón. Hasta bien pasado el día, probablemente en el telediario de la noche, no se esperan noticias oficialessobre la inauguración del cónclave, confirmada por un funcionario del Ministerio de Asuntos Exteriores ante la insistencia de la Prensa extranjera. Antes, y encogiéndose de hombros, los guías asignados a cada medio se habían limitado a responder que no sabían si el Congreso había empezado y, por supuesto, desconocían su contenido.

Esta ignorancia sobre el orden del día, generalizada entre la población, no impide a los vecinos de Pyongyang mostrarse entusiasmados con tan magno acontecimiento, que en teoría marcará la política de Kim Jong-un. «Estoy muy orgulloso de acoger este día después de tantos triunfos alcanzados por el camarada Kim Jong-un», explicaba a ABC Ri Yong-yun, un albañil de 39 años, después de pensarse la respuesta diez interminables segundos. Durante la «Campaña de 70 días» previa al Congreso para aumentar la producción, que ha conseguido «resultados milagrosos» según la agencia estatal KCNA, Ri Yong-yun ha estado trabajando sin descansar una sola jornada en la construcción de la calle Mirae. No dio tiempo para preguntarle nada más porque, entre titubeos y miradas al reloj, aseguraba que tenía prisa porque llegaba tarde al tajo, como suele ocurrir en estos casos.

Entrevistados en plena calle con la ayuda de los traductores locales, que acompañan a los periodistas en todo momento, los norcoreanos repiten al dedillo las proclamas de la propaganda y los elogios a Kim Jong-un. Y, si dudan en su respuesta o miran a los guías del Gobierno con temor a meter la pata, estos se encargan de aleccionarlos.

«Con motivo de este día tan importante para el Partido, refuerzo mi convicción en el líder Kim Jong-un, que hará brillar el socialismo», contesta de carrerilla Park Sung-chol, otro empleado en la construcción de 40 años. Luciendo en la solapa la insignia con el retrato del difunto «Querido Líder» Kim Jong-il, padre del actual dictador, reconoce que «siempre hemos vivido bajo las sanciones de los imperialistas americanos» cuando se le pregunta por las sanciones internacionales contra los ensayos nucleares y lanzamientos de misiles norcoreanos, pero asegura que «saldremos victoriosos gracias a la dirección de Kim Jong-un».

Fuente: ABC.es