Por Arián Guerra Pérez.
La Habana/ 19-7-2016
Un incendio de medianas proporciones se produjo el pasado sábado, a la 1:45 pm, en la calle Águila 512, entre las calles Barcelona y San José, Centro Habana. Lo provocó uno de los pobladores de esta vecindad, al instalar en su vivienda un cableado que produjo la explosión.
Leonela Fauret, quien convive en esta circunscripción, que al producirse varios estallidos por el voraz incendio, para apaciguar las llamas asistieron al lugar los bomberos.
“Sufrimos daños materiales, y desde el sábado estamos sin electricidad. Además, permanecemos tirados al abandono en la calle, en espera de soluciones por parte de los organismos estatales, para ver si nos ubican en otro lugar o arreglan lo que nos fuera dañado”, dijo Fauret.
Rolando Vázquez, otro afectado por el siniestro, dice que “el lunes en la mañana, un grupo de vecinos desesperados por la apatía estatal decidimos cortar el tráfico de la calle Águila. Queríamos llamar la atención de las autoridades. Esto ocasionó la llegada de ayuda material al lugar y una acentuada presencia policial, pero la respuesta de las autoridades de trasladarnos para un lugar seguro continúa sin ocurrir”.
Lazara Garrido, vecina de Águila 512, apartamento 8, es una de las más afectadas. En su testimonio dijo que uno de sus hijos es inválido. Al producirse el incendio, lo tuvo que socorrer y pedir ayuda a los vecinos para que acudieran al auxilio.
Su hijo, Pavel Carménate, músico de profesión, señaló que a pesar de estar imposibilitado físicamente hace lo que puede para abonar su sustento en la casa. Aunque la familia cuenta con poco espacio habitacional, se las ingenian para sobrevivir. Los órganos estatales jamás les ofrecieron ayuda alguna.
Durante 10 años esta familia ha reclamado en los organismos pertinentes una vivienda más adecuada. Sólo piden ser transferidos para un apartamento en los bajos, mas no reciben respuesta a sus reclamaciones.
Apuntalar el inmueble no es la solución para estas familias que viven con permanente ausencia de electricidad, agua y gas, en pisos que ceden por una estructura dañada, con la amenaza de un inesperado derrumbe que pueda ocasionarles la muerte.
Fuente: Prensa Independiente/ Hablemos Press