Por Rogelio Fabio Hurtado.
La Habana/ 28-8-2016
Como muchos de mis contemporáneos, he pasado estos días frente a mi televisor, disfrutando con la amplia cobertura a la Olimpiada de Río de Janeiro 2016.
Me asombra la ausencia casi total de velocistas cubanos en las distancias cortas. Parece haber desaparecido la tradición, iniciada por atletas como Rafael Fortún y Berta Díaz, continuada en la década de los 60 por Enrique Figuerola (medallista plateado en Roma), Miguelina Cobián, Aurelia “Yeya” Pentón y Violeta Morales, entre otros. Sin embargo, han aparecido las mujeres corpulentas, capaces de competir en las disciplinas de campo, antaño vedadas para las criollas.
Mientras, nuestra vecina Jamaica crece en la velocidad, rivalizando de igual a igual con los estadounidenses.
¿Por qué tampoco encontramos atletas capaces de emular en las distancias medias, como Juantorena y Ana Fidelia?
Estas y otras preguntas parecidas debió formularlas, desde hace años, la prensa deportiva oficial, para alertar tanto a la afición como a los responsables del INDER. Sin embargo, ya sabemos que la prensa oficial, propiedad del mismo Estado-Partido que rige al organismo deportivo, se limita a aplaudir y, cuando las cosas van mal, a culpar a los malditos árbitros. Les está prohibido criticar a tiempo, tanto en la esfera deportiva como en todas las demás.
El secretismo de Estado es una potestad a la que ningún jerarca burocrático renuncia jamás. Aunque en el día de hoy está el error que alguien habrá de señalar mañana, cuando ese alguien se atreva a hacerlo, será tratado como un intruso, si no es acusado de “infame traidor”.
Otro detalle que me ha llamado la atención, son las brillantes actuaciones de atletas cubanos que compiten bajo la bandera de diversos países de adopción. En atletismo, Orlando Ortega, medallista plateado para España en los 110 metros con vallas, disciplina donde antaño sobresalieron tanto los cubanos (Alejandro Cazañas, Anier García, Dayron Robles). En Gimnasia, un joven cubano de Miami también le dio dos plateadas a los Estados Unidos y, para colmo, un boxeador de apellido Sotomayor sacó al púgil oficialmente cubano de la Lid.
No puedo menos que extrañar aquí la presencia de las sensacionales morenas del Caribe en el Voleibol. Nada que decir del inexperto equipo masculino, que a duras penas pudo ganarle un set a Rusia.
La Burocracia que administra el deporte ha puesto todas sus esperanzas en los deportes de combate. No obstante, ¿dónde están aquellas competencias provinciales de boxeo, que repletaban todas las semanas el Frontón Habana-Madrid de la calle Belascoaín?
¿Quién se acuerda hoy de las Series Provinciales de Beisbol, que se disputaban en el Stadium del Cerro? Ahora, se inaugura la Serie Nacional y nadie parece siquiera preocupado por las graderías desiertas.
Un colega me ha dicho que la decadencia general que nos aqueja es irremediable y que el deporte no puede ser la excepción. Esto es muy cierto, pero no me alivia para nada el dolor.
Fuente: Hablemos Press/ La Habana