(elpais.com)

La Habana/ 17-11-2016

El periódico Granma, en su edición del 11 de noviembre, publicó el trabajo “El milagro de la economía vietnamita”, el cual recoge los avances de esa nación asiática a partir de 1986, cuando sus dirigentes decidieron abandonar el modelo de planificación centralizada y adoptar la política de Renovación o el Doi Moi.

En el transcurso de estos treinta años Vietnam ha triplicado la renta percápita, con un crecimiento sostenido del Producto Interno Bruto (PIB) de alrededor del 7%;  la pobreza de sus habitantes pasó del 58% a solo el 12%, y apenas el 2% de la población padece actualmente de pobreza extrema.

Por otra parte, el ingreso promedio mensual de los vietnamitas ha dado un vuelco considerable. Antes de 1986 oscilaba entre los 15 y 20 dólares —algo similar al que devengan los cubanos—, pero ahora fluctúa entre los 200 y 300 dólares. Además, más del 90% de su población está alfabetizada, cuentan con una esperanza de vida de 72 años y una de las tasas de desempleo más bajas del mundo. Para resumir, según apunta Granma, el Banco Mundial clasifica a Vietnam como uno de los países más exitosos en la actualidad.

Resalta en el referido trabajo periodístico el hecho de que apenas se menciona el porqué del avance de la economía vietnamita. Únicamente en un recuadro, donde se muestra la cronología de los mecanismos aplicados, encontramos que a partir de 1986 “Comenzó la aplicación de la política de Renovación (Doi Moi), consistente en eliminar el mecanismo centralizado. Implementaron una economía de mercado con orientación socialista”.

A propósito, el economista cubano radicado en Colombia, Mauricio de Miranda, contó una anécdota muy ilustrativa durante su participación hace dos años en un evento organizado por la revista Espacio Laical que se celebró en el Centro Cultural Félix Varela.

Él visitó Vietnam y comentó con sus anfitriones que estaban formando una economía socialista de mercado, a lo que los vietnamitas respondieron: “No, no, no. La economía que nosotros estamos formando es una economía de mercado con orientación socialista” (Revista Espacio Laical, “Perspectivas de una renovada institucionalidad económica”). Parece un juego de palabras. Sin embargo, encierra una diferencia apreciable en cuanto a la manera de conducir la economía.

En una economía socialista de mercado, a pesar de permitirse en buena medida la relación oferta-demanda en la formación de precios, sobresale la propiedad estatal, y por tanto la preeminencia de directivas sobre los actores económicos de la sociedad. En cambio, la economía de mercado con orientación socialista minimiza la presencia del Estado, la cual casi siempre se reduce a atenuar las desventajas de los sectores menos favorecidos de la población.

Bueno, ¿y cómo clasificaríamos las medidas de actualización del modelo económico del gobernante Raúl Castro? Pues ni lo uno ni lo otro. En Cuba existe una economía planificada, con tan solo algunos bolsones de mercado. Así lo reconoce la Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista. Ese documento reafirma a la planificación como vía principal de dirección de la economía, y le reserva al mercado un papel complementario.

Aun así, los gobernantes cubanos insisten en inmiscuirse en los reducidos espacios donde operan las leyes del mercado. Tal injerencia la contemplamos en los intentos de topar los precios de los bienes y servicios que ofertan los trabajadores por cuenta propia, y también en las restricciones que imponen a los negocios privados.

Es que el castrismo se obstina en no aprender la lección de los vietnamitas. Por eso, tal y como auguran muchos, sus reformas están condenadas al fracaso.

Fuente: Cubanet.org