Por Mario Hechavarria Driggs.

La Habana/ 13-12-2016

En entrevista con nuestro medio, el cubano Malvino Maldonado Iglesias relata su testimonio en los hospitales cubanos, con un lenguaje directo.

¿Maldonado considera usted que en Cuba la salud es gratis?

“Mi experiencia con hospitales y policlínicas cubanas es larga. En lo personal, la mala suerte comenzó cuando pintaba mi casa. Me caí del andamio, fracturándome la tibia y el peroné de la pierna derecha. Por ese accidente permanecí tres meses inmovilizado, con yeso desde el pie hasta la ingle. Hasta cierto punto es así, la salud es gratis, pero no revela toda la verdad.  El accidente fue al caer la tarde. Pero ni taxi ni ambulancia aparecían. Finalmente capturamos un “cinco-cinco”, -taxis así llamados por los seis números repetidos del teléfono habilitado por la empresa-, que nos llevó por 5.00 pesos convertible (cuc) que ofreció mi hermano Andrés. Fue así que llegué al hospital ortopédico “Fructuoso Rodríguez”, casi a las doce de la noche. Cerca de la 1.00 de la madrugada, ya enyesado, debíamos regresar a casa. Tenía remisión al siguiente día para otro hospital, donde determinarían si habría operación.”

¿Cómo es eso, no había ambulancia para llevarle?

“Aparecieron algunas, pero la remisión del médico parecía no importarles a los choferes para obligarlos a llevarme. Ando sacando cuentas, y aunque hay números mayores, el cinco parece que me persigue. Terminamos transando por otros “cinco”, igual a dólares, para pagar la “carrera”. Entonces la familia completa volvió conmigo, yo en camilla, bien atendido.”

¿Dice usted que cobrar a pacientes en apuros es lo corriente?

“Es lo común. Recuerdo la fase terminal de demencia senil que padeció mi papá. Una mañana en el hospital “Freyre de Andrade”, antiguo “Emergencias”, el médico de guardia, llamado Ignacio Linares, recomendó regresar a papá a casa. Nada efectivo podía hacer por él en el hospital.  Además, necesitaba la radiografía de sus pulmones para cerrar la historia clínica.”

¿Cuánto le cobraron por el servicio?

“No directamente. No había la camilla para trasladar al viejo hasta el salón de rayos X. Angustiado, busqué por el hospital y localicé una en la entrada de Urgencias. Estaba prohibido moverla de allí. Sin embargo, la inevitable propina de 1.00 CUC determinó que “Molina”,  el enfermero de la sala,  moviera la camilla asistido por mí.”

Volvamos a sus posteriores avatares con el servicio de salud ¿Nada le cobraron por las consultas, la ambulancia, los tratamientos?

“Sí, lo mismo fue conmigo en el hospital “Calixto García. Era un sábado de carnavales en La Habana. Nunca olvido al joven camillero que me ayudó cuando bajé del carro. Pero allí ni siquiera querían hacerme la radiografía de la pierna. Según la muchacha del salón, eran sólo para casos de gravedad. Sin embargo, el muchacho colocó las tablillas como todo un experto. No me abandonó hasta montarme en el auto de vuelta. En esta ocasión se ganó bien su dinero.”

¿Y le volvió a ocurrir más de lo mismo en los hospitales?

“Al cabo del tiempo tuve que hacer fisioterapia. Cada sesión me costaba 50.00 pesos cubanos (CUP), o 2.00 CUC al cambio. Eso me costaba la ida y regreso al gimnasio médico, donde practiqué ejercicios a la par de tratamientos con electricidad. Terminé contratando informalmente a una fisioterapeuta por 1000.00 pesos, recibiendo atención en casa. Me ahorré 500.00, quitándome la espera en la policlínica, las meriendas ocasionales al personal de salud y otros gastos menores.”

¿Y eso fue todo, definitivamente?

“No, ahí no acabó todo. El primer diagnóstico, aunque resultó cierto en cuanto a las fracturas, obvió mencionar rupturas en los ligamentos alrededor de la rodilla. Claro, eso lo supe más tarde, cuando una amistad me consiguió otra consulta. Esta representó nuevos regalos, sumando pesos y más pesos. Basta con una merienda de jamón, queso, pan y refresco, para gastarse una pequeña fortuna.”

¿Algún recuerdo especial con la salud pública cubana?

“Me sucedió el año pasado. Pero nada tiene que ver con la salud de las personas. Conociendo mis contactos en los hospitales, la vecina Carmen Patricia acudió a mí porque su perrito fue arrollado y el veterinario exigía una radiografía del animalito.

¿Cómo fue que resolvieron ese problema?

“Escondieron al animalito en una jaba grande y la placa se le pudo realizar en el hospital “Emergencias”. No digo el nombre del técnico porque Carmen Patricia le pagó 10 CUC. Fue un acuerdo fuera de las reglas. Luego la muchacha se fue apurada con la placa hacia la clínica de los perros.”

¿Qué enseñanzas sacó de todo esto de los hospitales cubanos?

“Estoy a la espera de una operación para que logren enderezar mi pierna derecha. Ando sumando cifras, y la conclusión que saco es que mejor sería que cobraran el servicio legalmente y yo dispusiera de un salario decente. Así decidiría yo mismo lo que me costaría, sin tener que estar amarrado a la miseria de 500.00 pesos CUP de salario mensual, y vérmelas con tantos gastos que acompañan esta “medicina gratuita.”

Fuente: Prensa Independiente/ Hablemos Press