Confieso que soy poco dado a las definiciones en blanco y negro. Por naturaleza me gustan los matices. Porque soy economista tengo la tendencia a medir las cosas en indicadores, en porcentajes, en niveles, en promedios. Pero en esta ocasión, el análisis de esos datos me lleva a una posición contundente: 

Venezuela está al borde de una disyuntiva vital. El 14 de abril tenemos una elección que quizás marcará nuestro destino. Prácticamente todos los indicadores que nos suministra la OEA, el Banco Mundial, la Cepal, el FMI, la OPEP, la AIE y muchas otras importantes organizaciones, coinciden en dibujar una situación caótica. Una crisis "épica" como la calificó Moisés Naím. 

¿Se puede evitar esa crisis? ¡Creo que no! ¿Se puede atenuar? ¡Definitivamente sí! ¿Cómo se puede lograr? ¡Con un golpe de timón! 

El gobierno actúa como si la única realidad que importase es que su grupo conserve el poder. Por ello incrementó el gasto público de manera voraz. De hecho, en el 2012 por ser un año electoral, se trató del mayor incremento que podamos recordar. Puesto que ni el ingreso petrolero, ni el ingreso fiscal permitían hacerlo, esa fiesta se logró mediante endeudamiento y simple emisión de dinero inorgánico. Debido a ello somos el país con la mayor base monetaria del continente (incluye papel moneda y reservas de banco en el BCV). Se le conoce también como High Power Money: Cerca del 13% del PIB. Es una cifra explosiva en materia inflacionaria. 

Pero el dato es anterior a las dos devaluaciones que hemos experimentado en pocas semanas. Con ellas ese porcentaje se aumentará substancialmente y, en consecuencia, también su potencial inflacionario. Para colmo, se trata de devaluaciones fiscalistas que en nada contribuyen a estimular el resto de la economía. 

A la vez tenemos un Déficit Fiscal del sector público consolidado inmanejable que se ubica al menos en un 16% del PIB. También, después de las devaluaciones, tenemos el salario mínimo más bajo entre las diez mayores economías latinoamericanas. 

En 14 años la Deuda Externa de Venezuela pasó de unos US$ 20.000 millones a cerca de US$ 200.000 millones; es decir, se multiplicó por diez, a pesar de haber tenido durante ese lapso los más altos ingresos petroleros jamás soñados. Y ello ocurrió no porque aumentásemos nuestra producción, sino simplemente porque en los mercados se produjo un aumento del precio del petróleo. 

Lo incomprensible es que a la vez el país se haya quedado sin dólares suficientes para operar. Sufrimos la mayor caída de Reservas Internacionales de Latinoamérica. La explicación la encontramos en un conjunto de situaciones: a) El aparato productivo interno ha sido duramente golpeado a base de expropiaciones, inseguridad jurídica, regulaciones de todo tipo, entre ellas la fijación arbitraria de costos y precios; b) Al estimular artificialmente la demanda mediante una política monetaria expansiva y de reparto no sustentable (que no está vinculada a la capacidad productiva del país) necesariamente la escasez iba a hacer su agosto. La única manera de satisfacerla fue mediante importaciones, lo cual condujo a un aumento desproporcionado de las mismas; c) El alicaído sector petrolero -que aporta más del 96% del total de las divisas que recibe el país- ya no está en capacidad de hacerlo; d) No contando ya con suficientes dólares, el PIB experimentará una contracción importante, pues las empresas no tendrán los insumos que requieren. 

Estimo -sin conocer aún el precio del dólar en la subasta de Sicad- que en el 2013 la inflación será del orden de un 30% en tanto que el PIB y la demanda agregada interna podrán experimentar una contracción. Estamos hablando, pues, de una estanflación. 

Venezuela está enfrentada a un proceso de devaluaciones e inflación que se retroalimentarán. La consecuencia será un fuerte deterioro en la calidad de vida del venezolano. A la vez, no alcanzando los dólares que requiere la economía venezolana, mucho menos alcanzarán para seguir regalándoles petróleo y recursos a otros países. Pero de ganar la alternativa oficialista, esa vía se impondrá. 

Es urgente un cambio de rumbo. Con las políticas actuales esta economía ya no es viable. La crisis que se avecina podría desgarrar el tejido social o llevarnos a un modelo dictatorial tipo cubano. 

Pero existe la posibilidad del golpe de timón. Debemos regalarle un cambio a la patria. El 14 de abril podremos escoger: Libertad o Comunismo.  

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@josetorohardy