Iraldo Oliva salió de Cuba con el dolor de haber dejado a su familia y sin saber cuándo la volverá a ver, pero con la esperanza de alcanzar el "sueño americano" en Estados Unidos, aunque las olas lo arrastraron a Honduras.

"Lo más duro es dejar la familia, sin saber uno cuándo la va a ver", lamenta este pescador de 40 años, que el 4 de diciembre pasado se lanzó al mar junto a un grupo de amigos, con quienes planificó el escape.

El grupo estaba integrado por quince hombres y tres mujeres que zarparon de un cayo en Manzanillo, en la provincia de Granma, a bordo de una endeble embarcación de un motor y otro de repuesto, que fue retocada para que aguantara la travesía.

De provisiones sólo llevaban alimentos, conservas en lata y galletas, agua potable y 430 litros de combustibles en envases de plástico.

Su experiencia de pescador le sirvió a Iraldo para dar ánimo a los demás tripulantes, sobre todo a las mujeres, que se mostraban muy temerosas.

El día 5, relata Iraldo, llegaron a Gran Caimán, donde los recibieron las autoridades migratorias. "Allí nos abastecieron de comida, agua y petróleo, 560 litros; nos atendieron muy bien", dijo muy agradecido.

Cuando retomaron el camino, "nos agarró el mal tiempo, fue duro; se nos dañó un motor, lo sustituimos por otro y más adelante tuvimos también fallo en el otro".

Acostumbrado a las peripecias de la navegación marítima, Iraldo logró reparar uno de los motores y así lograron reemprender la ruta.

Sin embargo, la tempestad los empujó en una dirección distinta a la proyectada, y desembocaron en Guanaja, una de las tres islas mayores del archipiélago Islas de la Bahía, en la costa hondureña.

Autoridades migratorias hondureñas los acogieron y les buscaron albergue con un cubano que tiene cinco años de vivir en Guanaja, identificado como Humberto González.

"Se les ha acogido con un régimen de permiso temporal por razones humanitarias", dijo a la AFP Reiniero Barahona, un delegado de Migración en la isla Guanaja.

"El objetivo era llegar a Estados Unidos pero el destino nos trajo a Honduras; ahora estamos en la incertidumbre", reconoce Iraldo.

Seguir la travesía de los hondureños en busca del sueño americano, atravesando Guatemala y México, pone los pelos de punta a los 18 cubanos, pues un grupo que les antecedió en esa experiencia fue detenido en México y repatriado a Cuba.

"Tenemos que ver cómo subimos (a Estados Unidos), si no, nos quedamos aquí en Honduras, si hay algún trabajo, el tiempo que sea necesario".

Lo más importante para Iraldo Oliva en este momento es cómo satisfacer las necesidades de la familia que ha quedado en Cuba, su esposa y dos hijos de 8 y 18 años.

"Hay que sacrificarse para que la familia tenga una vida mejor y el objetivo es llegar a Estados Unidos", apuntó.

Según estadísticas de la Dirección de Migración de Honduras, al país centroamericano llegaron 1.090 cubanos desde 2005.