El pueblo de Egipto dio un paso adelante, exigió y obtuvo el cambio político en su país. Después de 18 días se logró la transformación política inimaginable: los 30 años de reinado de Hosni Mubarak llegaron a su fin.

Cuando los jóvenes de El Cairo tomaron las calles y las redes sociales de Internet expresaron su descontento con el gobierno de Mubarak, no fue con el propósito de comenzar una revolución. Las pésimas perspectivas económicas, la lucha diaria para subsistir en tan bajo nivel de vida, y la corrupción y los abusos de la policía política fueron las razones que impulsaron al pueblo hacia la Plaza de Tahrir.

El pueblo egipcio no tenía previsto cómo se convertiría en agente del cambio. Esto a pesar de la censura del gobierno, la intimidación por matones progubernamentales y la negativa de un régimen anciano y autocrático en aceptar la derrota. Cuando Mubarak decidió dar blandas concesiones, el pueblo las rechazó y luchó con firmeza hasta lograr la libertad y ponerle fin a un régimen obsoleto. La evidencia clave de que el régimen estaba desconectado de su pueblo la dio el vicepresidente Suleiman cuando dijo: ``Egipto no está listo para la democracia''.

¿Pero existe esta chispa en el pueblo de Cuba?

Se ha invertido mucho tiempo y recursos para analizar cómo será la transición hacia la democracia en Cuba, y hacer recomendaciones de política exterior a gobiernos extranjeros en relación a Cuba. Pero la simple realidad es que en un momento, un pueblo oprimido puede levantarse y lograr liberarse de un tirano.

Los cubanos, al igual que los egipcios, sufren de muchas necesidades. Escasez de alimentos, pocas posibilidades de mejorar la vida cotidiana y un salario inadecuado para proveer las necesidades básicas a sus familias. El desempleo, el alto precio de los alimentos, las viviendas inseguras por daños estructurales sin posibilidad de repararlas y la atención médica inadecuada, son algunos de los problemas sociales que enfrenta el pueblo de Cuba y que también fueron razones que detonaron el levantamiento en Egipto.

Según el Banco Mundial, en Egipto el 40% de la población vive por debajo del índice de pobreza, calculado en un promedio de $2 por día, y depende de subsidios para alimentos y otras necesidades. La economía egipcia depende de las inversiones extranjeras y el turismo. Aunque a principios de este año el ministro de Cooperación Internacional de Egipto, Faiza Abu al-Naga, logró negociar una reducción de la deuda externa de $56,000 millones a $32,000 millones, la medida no tuvo el impacto necesario para detener la caída económica tras varias décadas de malgasto, corrupción y mala administración del gobierno de Mubarak.

Al comienzo del milenio, el gobierno de Egipto efectúo pequeñas reformas y abrió el mercado para permitir más privatización, pero la deuda externa continuó incrementándose y la inflación ahogaba aún más al pueblo. Expertos en economía señalaban la necesidad de que el gobierno reformara el anticuado sector industrial y la ineficiente burocracia, pero nada tangible se produjo.