El sistema de desgaste tiene rato activado. La esperanza y apuesta del gobierno es ver por fin terminadas las concentraciones, marchas, manifestaciones y todo espacio de reuniones con espíritu de protesta que desde los estudiantes, medios, artistas y mujeres han estado realizando.

La gente que reclama soluciones aún sigue determinada, eso se oye en las calles, el lado del país que públicamente expresa su desacuerdo, lo grita sin problema. Lo escribe en pancartas y cada día muestran una gama creativa de ideas para hacerse sentir.

Es verdad que en ambos lados los extremistas empañan el ideal de protesta para desarticular toda idea pacífica en la que cada noche termina reprimiendo la Guardia Nacional. Todos los ciudadanos venezolanos con firmeza lo reprochan.

Ahora bien, inevitablemente uno se da cuenta de que seguimos divididos. Los señalados y vigilados "escuálidos" tienen claras sus razones de protestas: escasez, inseguridad, inflación. El gobierno los quiere minimizar para hacerlo ver como un golpe de Estado. En ese esfuerzo por hacer que parezcan ovejas desequilibradas, está olvidando que la otra parte, quienes los respaldaron, progresivamente se van a cansar de lidiar con aquello que con mucha fuerza van a sentir sin que nadie se los diga: escasez, inseguridad e inflación más intensa de la que ya viven.

El cansancio y desgaste de quienes por más que les vendan una ideología perfectamente desarrollada, la verdad de calle los está arropando. Tener que hacer colas de horas para que una madre pueda darle leche en polvo a sus bebés, la que incomprensiblemente debe enterrar a su hijo adolescente en manos del hampa o aquella que cuando consigue lo poco que hay en el mercado se encuentra con que le han aumentado el precio al menos casi el doble de lo que costaba la vez anterior y el salario no le alcanza. A ellas no les pueden mentir con lindas palabras y verborrea agresiva.

Lo insólito nos sigue acompañando, mientras el país sigue esperando soluciones, la Ministra de Comunicación e Información, Delcy Rodríguez, prefiere pelearse con Jared Leto, músico y cantante de la banda 30 Seconds To Mars, premiado en 66 oportunidades en diferentes países, también actor ganador del Oscar, por sus declaraciones el domingo pasado; alegando que la "derecha" deseaba desprestigiar al país en la ceremonia del Oscar. Eso si agregamos que el cantante Roque Valero le lanzó dardos venenosos a Leto, al tiempo que se pelea con Chino y Nacho... la gente sigue en la calle pidiendo soluciones. Una cosa es que la comunidad artística internacional de muestras de apoyo y otra que el gobierno se tome la tarea armar una guerra farandulera.

Las ideas y retórica política no llenan barrigas ni pagan las cuentas a quienes viven del día a día. No hay pasajes de la historia venezolana que valga, ni aprendizaje de próceres, si no hay qué comer. Una imagen puede darte la fuerza para salir a luchar por una ideología pero en la práctica hay que sobrevivir y eso lo sabe quienes apoyan al gobierno y deben alimentar a su familia.

No es un análisis complicado, es la percepción habitual de salir a la calle y convivir con "el soberano". La ilusión de un joven trabajador de obtener un carro en estos días y que a los 25 años empiece a caer en cuenta de que sus probabilidades de irse de casa de sus padres son escasas como el azúcar que buscaba en la mañana del sábado que tenía libre en la semana, se van por la borda.

Mientras esta nueva generación lucha por una evolución el oficialismo insiste en hablarle de revolución sin una razón fuerte para sostenerlo. El gobierno está más lleno de palabras que de acciones y no se ha dado cuenta de que sus acérrimos seguidores se están cansando y desgastando de tanta cháchara que no les resuelve su vida normal.