LA HABANA,

septiembre de 2013. 

Un joven, de unos 18 años, con antecedentes siquiátricos, presuntamente asesinó a toda su familia en su apartamento, situado en la avenida 26, entre las calles 15 y 13 del capitalino Vedado. La naturaleza salvaje de los sucesos, dejó atónitos a los vecinos.

Las autoridades no suelen dar publicidad a este tipo hechos de sangre. Al parecer el joven dio muerte a su padre Pedro Alejandro Cuesta, un albañil apodado “El Nene”, muy querido en la vecindad; luego a la madre; a la abuela y al perro de la casa. Nadie escuchó gritos ni pedidos de auxilio.

Los vecinos se contradicen. El parricida metió los cadáveres en una bañera y luego de desangrarlos y bañarlos, en medio de su delirio, los sentó en la sala como castigo, luego se sentó en el balcón con toda naturalidad. El mal olor fue el único indicio de lo ocurrido.

Según allegados llamó por teléfono al consultorio médico y dijo: “Vallan a la casa; esa gente parece estar enferma y huelen mal”.

Presuntamente el muchacho habría permanecido algún tiempo sin tomar los medicamentos; aunque la psiquiatra que lo atendía, desde temprana edad, recientemente le renovó el tratamiento.

El arma usada pudo ser una mandarria, u objeto similar, según fuentes cercanas a la escena.

Fotos de Leonel Alberto P. Belette

La policía estuvo indagando entre los vecinos sobre la posibilidad de que cómplices hubiesen ayudado o inducido al muchacho a cometer semejante barbarie; pero todo parece indicar que actuó sólo, alentado por un evidente episodio psicótico cuya patología no pudo ser esclarecida por este reportero.

Este tipo de escenario macabro es bastante común en la Isla. Hace sólo unos meses uno de los diáconos, de la parroquia del Cementerio de Colón, principal necrópolis de La Habana, quedó muy impresionado al despedir otro duelo de un hombre asesinado por su propio hermano en medio de una banal discusión doméstica.

El hecho de sangre más cruento de los últimos años, fue el cometido por la actriz Sarita Malberti, tía de los hermanos Cremata (uno realizador cinematográfico y el otro director de la agrupación infantil La Colmenita). La actriz asesinó a su hija, y luego de intentar incinerarla, acabó descuartizando el cuerpo y esparciéndo las partes por la ciudad.

Ingresada en el pabellón psiquiátrico donde recluyen por vida a este tipo de reos –excluibles de sanción penal por enajenación mental—Sarita terminó suicidandose.