Por Ernesto Aquino/Hablemos Press.
La Habana, 9 de octubre.- Terminaron las elecciones
en Venezuela, y según afirman las encuestas, un
54,42% decidió que el candidato por la
presidencia resultara ganador; el otro 44,97%
votó a favor de Enrique Capriles, el representante
de la oposición.
Suspicacias aparte -que nunca faltan- sobre
la transparencia de los comicios, una cosa quedó clara:
La mitad del pueblo venezolano no quiere a
Hugo Chávez. En cuanto a la otra mitad, resulta
difícil establecer la cantidad de votantes que
prefirió al payaso diabólico, por fidelidad o intereses mezquinos, y
aquellos que se tomaron en serio lo del “baño de sangre” prometido
por Chávez si no lograba ser reelegido.
Habrá que esperar, que comiencen a flotar las sordideces que subyacen
tras la “democracia” chavista -esa misma democracia que
clausuró importantes emisoras de radio y órganos de prensa,
por considerarlos un peligro para la “libertad de expresión” socialista.
La ratificación de Chávez en el cargo de Presidente de la República
-aún cuando el resultado haya sido legítimo- sólo demuestra que una
parte del pueblo venezolano (54,42%) “prefiere” la aventura del
fracaso socialista.
También, el pueblo alemán -en un ejercicio de democracia plena-, bajo
los efectos de la euforia histérica, propia de las masas subliminadas-
eligió a Adolfo Hitler (otro socialista), para que defendiera los
intereses económicos y políticos de la nación.
Algunos infatigables indolentes, siguen creyendo que los pueblos se merecen el gobierno que tienen; pero yo, que estaré siempre al lado
de los que luchan contra cualquier forma de tiranía y expresan
libremente lo que piensan y sienten, estoy pensando en ese 44% que
estuvo tan cerca de la libertad; y desde aquí, desde esta Cuba
azotada y sufrida, donde muchos cubanos también estamos
rompiendo cadenas les digo, a la Venezuela alternativa de Capriles
y de cualquier demócrata honesto: ¡No se cansen de luchar por una
patria sin ideología; la libertad siempre vale la pena!