La Habana.―Hace meses la Iglesia católica coincidió con la política exterior española de lavado de imagen de la dictadura cubana al declarar solemnemente que ésta tenía "intenciones" "serias" de "cambio y "diálogo", aceptaba no atacar más en la calle a las Damas de blanco y "liberaría" a "algunos " presos.

Y ahora en pleno ascenso de la represión contra las Damas, cuando las vejan, les pegan y zarandean las turbas para-militares en la calle, cuando la "liberación" se convirtió - salvo excepciones - en deportación a España como en tiempos de la colonia, y los arrestos aumentan, la Iglesia…calla.

Silencio que deja a parte de la opinión pública en la falsa creencia de que - como anuncio la Iglesia -ya esa represión cesó hace meses.

El principal vocero de los "todo es muy esperanzador y positivo" fue el Arzobispo de La Habana, cardenal Jaime Ortega, pero no es el responsable pues la Iglesia es mundial:

El Vaticano - Monseñor Mamberti - y el entonces Ministro de Relaciones Exteriores español, Moratinos - hoy ex-ministro pero de visita en Cuba - apoyaron oficialmente a Mons. Ortega.- Lo llevaron en sus manos para que tropezara en todas las piedras.

Aquello pareció una película con problemas a audio en que cuando movía los labios el cardenal se escuchaba la voz de la Dictadura y cuando hablaba la Dictadura se escuchaba la voz de la Iglesia.

Pues Raúl Castro y otros personeros declaraban que las relaciones Estado-Iglesia eran muy buenas, lo cual correspondía decir a los voceros de la Iglesia, pero estos callaban sobre el particular y hablaban en nombre del Estado y no de la Iglesia para garantizar "el proceso de cambio" y la "seriedad" del "dialogo" del Estado.

Extremo "tú hablas por mí y yo por ti y así ninguno se compromete con su palabra". Hasta un informe de la Iglesia de Cuba publicado en la revista del Arzobispado de La Habana (n° 195, abril) y que se suponía escrito desde la perspectiva de la Iglesia, decía: "relaciones Estado-Iglesia" en lugar de "Iglesia-Estado".

Lamento que acertáramos los pocos que desde el primer momento dijimos que la Dictadura y la política español anticubana usaban a la Iglesia en una maniobra propagandística en la cual no era mediadora sino instrumento y saldría desacreditada.

Al exigirles por sus inconsecuencias a los hombres de la Iglesia, estos acostumbran lavarse las manos con decir que la Iglesia no tiene cárceles ni policías y que por tanto no puede exigírseles por no liberar presos ni es responsable por los abusos policiales.

Sofisma que elude su deber de condenar abusos, el hecho de que si carece de presos y guardias: ¿Por qué garantizó públicamente lo que únicamente podía cumplir el Poder dueño de cárceles y policías?

Y el hecho de que si no tiene presos ni guardias si tiene laicos del Partido Comunista - que no es ningún "partido" sino maquinaria de poder - y de "las brigadas de respuesta rápida" - la organización para-policial para reprimir a manifestantes - ocupando puestos en las parroquias sin que los pastores les aconsejen moralmente sobre su participación en esas turbas y política.

Ahora la Iglesia que tan excelente servicio de propaganda prestó a la tiranía está en el deber de desdecirse de sus afirmaciones sobre "la seriedad" de las declaraciones gubernamentales de no atacar a las damas y del "proceso de diálogo" inexistente y de "cambio".

Si la deportación y excarcelación de presos es "un logro de la Iglesia" y no la voluntad del Estado que, tras fracasar en destruir a las Damas de blanco por la represión, utilizó a la Iglesia para no aparecer cediendo a la valentía de las Damas y a la opinión internacional, ¿ello exime a la Iglesia de condenar los nuevos ultrajes a mujeres?

Ultrajes que no conoció Cuba ni bajo la tiranía de Gerardo Machado (1926 -1933).

También están en deber de condenar el crescendo de arrestos ilegales y violencias contra opositores.

Y romper el silencio cortés de Iglesia y diplomacia sobre la orden de que en caso de disturbios todos los fichados como "desafectos a la revolución" serán inmediatamente arrestados, y en caso de caída del Gobierno serán masacrados. (Recientemente pusieron al día en los Comités de Defensa de la Revolución -organizaciones de vecinos con fines de delación - los listados de personas que deben detener en caso de disturbios).

Cuando S.S. Juan Pablo II efectuó la ceremonia de apertura del milenio, pidió perdón a nombre de la Iglesia por faltas históricas de ésta. En la Catedral de La Habana, en ceremonia similar, el cardenal Ortega pidió perdón por…la esclavitud negra y el apoyo al poder colonial español.

Pero os clérigos actuales viven en otro tiempo en que la esclavitud es de otro tipo, los de antaño pudieron considerarla normal lo que era normal en su época, ya murieron y sólo rendirán cuentas a Dios.

Los de hoy saben que hablar a nombre del General, para garantizar su seriedad y que desea dialogo, cambio y no reprimir, es falta actual muy grave, al igual que servir de instrumentos a la política anticubana del gobierno español y de la dinastía de los Castro.

Condene la Iglesia lo que es moralmente condenable en la sociedad en que obra, desdígase de las garantías que da sobre la buena conducta del General, o dará la razón a los manuales de Historia vigentes en las aulas cubanas, que adoctrinan a los niños en que el clero es "aliado o sirviente del poder de las clases explotadoras".

No pidan perdón porque un cura del siglo XVIII y XIX encontraba normal heredar un par de esclavos domésticos y que gobernara el rey de España, sino porque hoy en la Cuba sumida en tiranía no hay un solo cura preso por oponerse con la palabra a los atropellos.

No condenar lo condenable y no desdecirse de las seguridades falsas sobre la futura conducta del dictador da a las pequeñas dadivas del Estado a la Iglesia, como el permiso para el nuevo seminario, el aspecto de treinta monedas.