Nueva York, EEUU - Es la hora pico matutina en la estación del tren subterráneo de Times Square en Nueva York, una convergencia usual de humanidad y transporte público que forma parte del pulso de la ciudad.

Mezclados perfectamente con la muchedumbre están policías metropolitanos con chalecos antibalas y fusiles automáticos, agentes con pequeños detectores de radiación y un perro policial llamado Sabu, informó AP.

"Esa es la nueva normalidad'', dijo el inspector Scott Shanley, de la División Antiterrorista de la policía de Nueva York. "Los únicos que en ocasiones se sorprenden son los turistas''.

Desde que los ataques terroristas derribaron las Torres Gemelas el 11 de septiembre del 2001, diversos trenes subterráneos en todo el mundo han sido blanco de atentados, incluyendo el de Madrid, Londres y este año Minsk, en Belarús.

La posibilidad de que el vasto sistema de metro en Nueva York sea el próximo blanco se ha vuelto una preocupación constante, lo cual ha derivado en una nueva normalidad de alertas de paquetes sospechosos, perros detectores de bombas y la constante advertencia a pasajeros: ``Si ves algo sospechoso, díselo a alguien''.

A la escritora neoyorquina Anne Nelson, de 57 años, esas campañas le recuerdan una novela de Orwell.

"Nueva York se trata de expresión, vida y vitalidad'', afirmó mientras caminaba por Times Square. "No consiste en vivir en un ambiente de miedo''.

Pero las autoridades en la ciudad consideran que un ataque al sistema del metro, el cual cuenta con más de 400 estaciones y está abierto las 24 horas, potencialmente paralizaría la ciudad en formas peores que los ataques del 11 de septiembre, un temor que comparten otros países que utilizan mucho el transporte público y a los que los terroristas consideran enemigos.

La cifra de muerte en los metros _el cual ser remonta al ataque con agente nervioso lanzado por la secta Aum Shinrikyo en 1995, que mató a 12 personas y lesionó a miles en el metro de Tokio_ ya ha sido devastadora.

En Madrid, extremistas islámicos hicieron estallar 10 mochilas con bombas en la red de trenes en el 2004, matando a 191 personas e hiriendo a más de 1.800. En Londres, un ataque suicida mató a 52 personas e hirió a 700, en el peor atentado contra la ciudad desde la Segunda Guerra Mundial. Y este año, una bomba controlada remotamente mató a 12 personas e hirió a 200 en la principal estación del tren subterráneo de Minsk.

En Nueva York nadie ha logrado un ataque a estos trenes, pero ha habido varios sustos.

El año pasado, un agente de al-Qaida residente en Nueva York, Nayibulá Zazi, se declaró culpable de planear un ataque suicida a la hora pico en el metro, para causar la mayor cantidad de víctimas posible.

El ex chofer de autobús del aeropuerto le dijo al juez que su plan era ``lanzar una operación de martirio contra la línea del metro en Nueva York en cuanto estuviese listo el material (explosivo)''.

La policía de Nueva York frustró además en el 2004 un plan para colocar una bomba en la estación del tren subterráneo en Herald Square, en Manhattan. Y hubo reportes de que al-Qaida planeaba un ataque con cianuro en el metro en el 2003.

El tren subterráneo neoyorquino, el mayor del país, tiene más de 465 estaciones, la mayoría con entradas múltiples, y 1.280 kilómetros de líneas. El año pasado transportó a un promedio de 5,2 millones de personas cada día de semana.

"Es un ambiente potencialmente muy vulnerable, que no puede ser protegido totalmente'', dice William Bratton, un ejecutivo de seguridad que fue jefe de la policía en Nueva York y Los Angeles. "Esa es la realidad''.