En el país crece el descontento juvenil con el gobierno por las
pocas posibilidades de vivir mejor. Pese a las reformas
económicas, creen que los cambios se producen demasiado
lento
Los fines de semana por la noche, jóvenes cubanos repletan las aceras de
una popular intersección de La Habana, compartiendo botellas de
ron, fumando cigarrillos y tocando la guitarra.
Camisetas negras, jeans de moda, excéntricos peinados y tatuajes abundan
en el cruce de las calles 23 y G, punto de encuentro de jóvenes atraídos por
la contra cultura y cierta actitud rebelde.
En una esquina, la policía interroga a algunas personas excesivamente festivas,
pero en general interviene menos que en el pasado, cuando según Ernesto
Ramis, impedían que los jóvenes se detuvieran en "23 y G".
Ramis, de 25 años, dice que aquí es posible conseguir drogas -anfetaminas
e incluso hasta éxtasis- pero esta noche no hay evidencias de ilegalidades,
apenas la sensación de que ser joven en Cuba es hoy diferente y la conformidad
con las viejas costumbres se ha desvanecido.
"La principal diferencia", dijo Ramis señalando hacia el Estrecho de Florida,
apenas visible en la oscuridad, "es que todo el mundo quiere irse".
"Todo el mundo" es una exageración, pero su comentario toca uno de los
mayores problemas del Gobierno cubano: el descontento juvenil con un
sistema que muchos consideran que no ofrece oportunidadesde una
vida mejor.
Algunos jóvenes están aprovechando las reformas económicas para abrir
sus propios negocios o tomando empleos en el creciente sector privado de
la isla, pero otros dudan que el Gobierno vaya a avanzar lo suficientemente
rápido -y lejos- para cambiar las cosas y quieren irse.
La mayoría quiere marcharse a los Estados Unidos, a sólo 145 kilómetros
de Cuba, siguiendo los pasos de aproximadamente 1,5 millones de cubanos
que emigraron desde la revolución.
Otros países como Canadá y España también atraen a los cubanos,
aunque la crisis económica en el último le ha hecho perder atractivo.
Algunos cubanos afirman que en noches despejadas pueden ver en el cielo el
resplandor de las luces de Florida, algo dudoso, pero ilustra la proximidad
psicológica de las dos orillas pese a décadas de hostilidad oficial.
Los Estados Unidos concede anualmente entre 25.000 y 30.000 visas
de inmigrante a cubanos y varios miles más entran a través de terceros
países o por mar.
Una veterana militante del gobernante Partido Comunista dijo que a diferencia
del pasado, el deseo de marcharse es más extendido. "Desafortunadamente,
si usted habla con 10 jóvenes de hoy nueve de ellos le dirán que
quieren salir de Cuba. Ellos no ven un futuro aquí", dijo la mujer, que pidió
no ser identificada.
Ulises Guilarte, primer secretario del Partido Comunista en la provincia de
Artemisa y miembro del Comité Central, dijo a Reuters que la razón es
obvia. "Está claro que la situación económica está dura indisputablemente
y que los muchachos ven sus aspiraciones todavía distantes", dijo.
Bajos salarios
El Gobierno cubano se enorgullece de ofrecer atención médica y educación
gratuita a su pueblo, pero con una economía golpeada por la ineficiencia y
medio siglo de embargo económico estadounidense, el salario promedio
equivale a unos 19 dólares al mes.
Los jóvenes han visto a sus padres vivir con lo justo durante años y no quieren
correr la misma suerte.
Ellos quieren empleos mejor pagados, ser propietarios de sus casas y
autos, teneracceso a Internet y en general a un futuro más brillante. Pocos
han viajado al extranjero, así que quieren ver el mundo y vivir una vida que
sólo conocen a través de las películas y los turistas extranjeros que visitan
la isla.
Algunos quieren tener hijos, pero sienten que no tiene sentido si
no tienen dineroy tienen que acabar compartiendo la casa con sus
parientes, como ocurre con muchas familias en Cuba.
"Después que me gradué y empecé a trabajar, me di cuenta de que con
el dinero que ganaba no era suficiente para mí o para mantener una
familia", dijo Estela Izquierdo, un programadora informática de 29 años,
que emigró recientemente a Canadá con su esposo.
No fue una decisión fácil dejar atrás a su familia y la vida que conocía, pero
el tiempo apremiaba. "No puedo esperar toda la vida (para que las
cosas cambien). Tengo un reloj biológico, tengo que tener hijos", afirmó
Izquierdo.
Una fotografía de la pareja publicada en Internet los muestra abrigados para
protegerse del frío de Canadá, jugando en la primera nieve que habían visto
en sus vidas.
Edgar Saucedo, un músico, dijo que también quiere tener una familia, pero
en los Estados Unidos, no en Cuba, donde comparte una casa de La
Habana con otras siete personas.
"No es posible aquí", dijo. "Aquí se trabaja y se trabaja y al final del mes
tienes 12 CUC, si tienes suerte. Qué puedes hacer con 12 CUC?",
preguntó.
El CUC es la moneda dura cubana, equivalente al dólar estadounidense.
Los salarios estatales son pagados en pesos cubanos. Un dólar son
24 pesos cubanos.
La esperanza de Saucedo de viajar a los Estados Unidos se basa en un
vago plan de ser invitado a tocar allí y no regresar a la isla. "Voy a hacer
el trabajo que tengo que hacer para conseguir lo que quiero", dijo el
músico de 33 años que usa una barba.
El flujo de inmigrantes cubanos no parece destinado a parar en el corto
plazo y hasta podría incrementarse.
El Gobierno flexibilizó las leyes migratorias en enero, facilitando los
viajes de los cubanos al extranjero. Según diplomáticos estadounidenses
en La Habana, la medida aumentó un 10 por ciento la solicitud de visas.
Antes de la reforma migratoria, la mayoría de las solicitudes de visa eran de
personas mayores. Hoy son cubanos jóvenes, según funcionarios
estadounidenses.
Las escuelas de idiomas de La Habana, particularmente de inglés y
francés, están abarrotadas de jóvenes.
Una mujer dijo que comenzó a tomar clases de francés hace tres años con
otros 34 alumnos, todos ellos interesados en aprender el idioma para obtener
visas de inmigrantes a Quebec, una ciudad francófona. Treinta de sus ex
compañeros ya están en Canadá o tienen ya la visa para marcharse, dijo.
Fuga de cerebros
"Una de las cosas irónicas es que Cuba tiene una población educada, pero
no tiene nada que ofrecerle. Casi han preparado a sus profesionales para
emigrar", dijo Ted Henken, experto en Cuba del Baruch College en Nueva York.
"Creo que de alguna manera la revolución cubana es lo mejor que le ha
pasado Miami, ya que la mitad de su fuerza profesional probablemente se
formó allí", dijo aludiendo a la ciudad estadounidense donde vive la mayor
comunidad de exiliados cubanos.
En un mundo con un explosivo crecimiento demográfico y en una región
con altas tasas de natalidad y baja edad promedio, la población
cubana está disminuyendo y envejeciendo.
El resultado preliminar de un censo del año pasado reveló que la población
había disminuido ligeramente hasta 11 millones de personas desde el
anterior recuento en el 2002.
La edad promedio de los cubanos aumentó a 39 años desde 36 en el
censo del 2002, según cálculos del Gobierno estadounidense, muy por
encima del promedio de otros países de América Latina.
El gobernante Raúl Castro emprendió una serie de reformas económicas
destinadas en parte a ofrecer nuevas oportunidades que espera resulten
atractivas para los jóvenes.
El número de emprendedores en el sector privado subió a más de
400.000 en la actualidad desde 150.000 en el 2010 y sus salarios son
generalmente superiores a los que paga el Gobierno.
Alexander Pérez, de 29 años, es un ejemplo de lo que el Gobierno espera
alcanzar. Casi la totalidad de sus antiguos compañeros de la Universidad de
La Habana se han ido, dijo, pero él quiso probar el nuevo modelo
económico.
Pérez pidió dinero prestado de amigos y familiares para alquilar un local en
la céntrica Calle 23 y abrió Havana Pizza. Con el tiempo y aplicando sus
conocimientos como administrador de empresas, la gente empezó a
gustar de sus pizzas de masa fina -raras en Cuba- y sus precios a partir
de 50 centavos de dólar.
En una noche reciente, mientras observaba una larga fila de clientes y
revisaba periódicamente los mensajes en su teléfono móvil, Pérez no reveló
cuánto gana pero dijo que se alegraba de haberse quedado en el país.
"Hay un amigo mío que me dice que estoy loco porque quiero hacer
esto. Pero bien, cada persona piensa diferente. Lo que es una solución
para mí no lo es para otro", dijo.
Marisela Rey, una maestra de primaria de 29 años, también es un ejemplo
de lo que al Gobierno le gustaría ver, pero no porque esté comenzando un
negocio, sino porque aspira a una vida mejor en Cuba, no en otra parte.
"Si Cuba me da la oportunidad, me gustaría lograrlo en Cuba. Me gusta mi
país", afirmó. "Creo que este sistema es el ideal si lo reparamos y
reconstruimos", añadió.
A ella le gustaría ver líderes más jóvenes, en lugar de los octogenarios
dirigentes que han dirigido el país por más de medio siglo.
"Creo que deben dar paso a los jóvenes, porque los jóvenes tienen
cosas nuevas, nuevas ideas (...) no pueden esperar más, la juventud se
impone", sostuvo.
Fuente: Reuters